Por caso, los entrevistadores quisieron encorsetar a Barcelona en una tradición ligada al humorismo.
Marcelo Zlotogwiazda: Cada vez que se los quiere encasillar, poner en la categoría de una revista de humor, ustedes dicen que es periodismo.Y sí, es un punto interesante el que señala Marchetti, sobre todo si se advierte el periplo de los entrevistadores, desde Página/12 hacia el Grupo Clarín. Una respuesta que incomoda y que, a esta altura del partido, denuncia un cambio de bando.
Pablo Marchetti: Hacemos periodismo, claro. Porque creemos que el periodismo es un relato de ficción armado con elementos de la realidad. Y esa definición cuadra perfectamente en lo que hacemos con Barcelona. (…) A mí hay muchas cosas que me gustan. Respeto mucho lo que significó la revista Humor, me gusta mucho la revista Satiricón, Tía Vicenta tenía grandes cosas, pero no me siento heredero, justamente por esto que te decía, no nos sentimos humoristas, no nos sentimos herederos de esa tradición. Para mí la cosa más importante que pasó en el periodismo, que me pasó a mí como contemporáneo, fue la aparición de Página/12, sin duda que dio vuelta el relato periodístico…
Ernesto Tenenbaum: A nosotros también, imaginate que nosotros estábamos ahí…
MZ: En estos días hay un debate en el mundillo periodístico, a partir de declaraciones que hizo Martín García, el titular de Télam. Dijo: “Yo no quiero periodistas profesionales, yo quiero periodistas militantes”. ¿Cómo te parás frente a esa definición?¿Un poco confuso Marchetti, no? Pero, al fin, convengamos en el núcleo que dice: ninguna comunicación es desinteresada y siempre procura generar algún efecto. Quizás, no algo tan decisivo como “cambiar la sociedad”, pero sí al menos incidir en el debate público. Y habrá que agregar la cita completa de Martín García: “Los profesionales son como las prostitutas, escriben mentiras en defensa de los intereses de los que les pagan. Los militantes, en cambio, escribimos la verdad al servicio del pueblo. Soy primero militante, después periodista”. Una definición fuerte, que seguro se abre a otras discusiones acerca de los “compromisos” que afectan al “periodismo independiente”.
PM: La definición, en sí, me cae bien. El término periodista militante, es algo que me cae bien. Lo que pasa que imponer periodista militante, me parece una cosa medio jodida. Pero me parece que está bueno asumir el lado militante que tiene esto. Cuando uno se planta para publicar algo, me parece que de alguna manera trata de incidir en la realidad y en la sociedad a la que va dirigido el mensaje ese. Ahora, me parece que uno también es un pelotudo importante si cree que realmente va a cambiar la sociedad con ese mensaje. Me parece que en ese punto, ese equilibrio, haciéndonos cargo que de alguna manera queremos incidir en la realidad, y ver que no vamos a cambiar un carajo, y ponernos como militantes por delante de eso, me parece que no…
MZ: Ahora, el periodista militante frente a una verdad que es perjudicial para la causa de su militancia, ¿cómo actúa?Bien por Marchetti, que estableció la diferencia entre la operación imbécil construida por 6-7-8 y el pasquín Tiempo Argentino. Bien al reivindicar la línea editorial de Página/12, que apuntó hacia Pedraza y las complicidades de la burocracia sindical.
PM: Y, no sé. Habría que aclarar qué clase de militancia. Yo cuando te digo que me cae bien el tema de militancia…
ET: Yo te doy un ejemplo, el asesinato de Mariano Ferreyra. El periodismo militante del que habla Martín García sale a decir: fue Duhalde.
PM: Si, eso es bochornoso. Pero también hay ejemplos de periodismo militante, identificado con el Gobierno, que buscaron otros caminos. Página/12 fue por otro camino.
ET: Vinculado con ese debate, ¿cuándo una noticia o un chiste es desestabilizante, y cuando son simplemente un chiste o una noticia? Ejemplo: Cristina denuncia a Sábat como cuasi mafioso.Bueno, aquí podemos señalar dos cosas: de una parte, el obvio silencio de los periodistas de TN ante la abierta declaración de Marchetti acerca de las intenciones de Barcelona en su intento de desenmascarar la mentira ofrecida como verdad por Clarín. De otra, la minimización de la agresión que expresan hacia Cristina las caricaturas de Sábat. Digamos: ¿cuándo habrá de dibujar un perfil de Duhalde al cual le crezca desde la nuca el perfil de Magnetto, para mostrarnos el verdadero monstruo bifronte que amenaza a la democracia argentina? O, más jugado, ¿cuándo habrá de ilustrar alguna página de Clarín con la figura de Magnetto orinante y a los líderes de la oposición disputando por beber ese agua bendita, escatologías aparte?
PM: Pero eso me parece ridículo. Entiendo que denuncie a Clarín, entiendo lo que tiene que ver con la pelea con Clarín, y hasta te diría que la comparto. Yo diría que Barcelona tiene una actitud, más que quijotesca, cervantiana. No Quijote como personaje sino Cervantes puesto a hacer el Quijote. Cervantes dice que hace el Quijote sólo para destruir las novelas de caballería. Y te diría que nosotros, sin proponérnoslo, pero parafraseando esto, de alguna manera nosotros hicimos Barcelona sólo para destruir a Clarín. No a Clarín como institución como hace el Gobierno, sino el discurso, lo que quiere imponer Clarín de la verdad periodística. Mentirnos y decirnos que el periodismo no es lo que realmente es. Entonces, eso lo entiendo, lo de Sábat, lo de Langer me parece una vergüenza.
Y sigue Pablo Marchetti:
"Jaime es un chorro, y me parece bien que se publique. Ustedes hacían antes un juego que era muy bueno y le pedían a cada entrevistado que ponga la tabla de posiciones de los gobiernos. Eso me parece interesante como ejercicio para saber dónde se para cada uno y la verdad que esto me parece, por lejos, por escándalo, el mejor gobierno que hay en mucho tiempo en la Argentina. Ahora, eso no quita que Jaime me parezca un chorro, y tantísimas cosas me parezcan nefastas… Y, no, la verdad que no. Me parece bien decirlas."Y está bien. Marchetti fue al “territorio adversario” y defendió su posición. Barcelona no es una revista oficialista, ni tampoco opositora. Digamos: comenzó como una parodia de la hegemonía comunicacional y, luego, cuando esta disputa se volvió abiertamente política (“Clarín, ¿estás nerviosho?”) descubrió que estaba en problemas, porque ante el salto de escala, en esa lucha, no había neutralidad posible.
No nos gustó la edición apresurada de Barcelona que trató de explotar la muerte de Néstor Kirchner, más allá de los intentos de compensar las demasiadas agresiones con algunos homenajes. Pero, reivindicamos a Marchetti, y a su revista, en su lucha contra la hipocresía y la mentira que gobierna en la corporación mediática.