viernes, 30 de noviembre de 2012

Después del “miércoles negro” de la oposición, Cristina denunció a los buitres y caranchos de adentro. ¿Qué hubiera hecho Macri frente a Griesa? No me lo digas.

Después de su “miércoles negro”, la jefatura de la oposición local (¿debiéramos adjetivarla “argentina”?) vacila. Fue dura la secuencia de sopapos. En rigor, la principal refutación a la coalición anti K la expresó la Corte Suprema al rechazar los reclamos de “Clarín” tendientes a prolongar sus privilegios luego del 7D, reafirmando que la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual está vigente a partir de esa fecha para todos los grupos empresarios, sin excepción.
Más aún, después de tanta excitación cipaya, la Organización Marítima Internacional (OMI) certificó que la Fragata Libertad es un buque militar y que, por lo tanto, no puede ser embargado.
Y, además, la Cámara de Apelaciones de Nueva York suspendió la decisión del juez Thomas Griesa que había ordenado pagarles a los fondos buitre el ciento por ciento de sus bonos más los intereses acumulados en un pago en efectivo el 15 de diciembre, lo que permite al Gobierno hacer frente a los vencimientos de deuda de diciembre, sin ningún inconveniente técnico y abre un cronograma de negociación con los “buitres”.
Y, como addenda, queda el papelón resultante de la presentación judicial de “Clarín” contra “periodistas, funcionarios, legisladores y organizaciones políticas” a los que acusó de “incitación a la violencia” y “coacción agravada”, de la cual “Clarín” se desdijo, al menos en lo concerniente a los periodistas. En Diputados el kirchnerismo logró aprobar una declaración de repudio con los votos propios que, ¡obviamente!, no fue acompañada por ninguna bancada opositora, certificando su sumisión a la jefatura mediática.
Ayer, al hablar por cadena nacional, la presidenta Cristina Fernández advirtió que "sufrimos el acoso, el asedio" de los fondos buitre, al mencionar la decisión del juez Thomas Griesa a favor de esos fondos que fue rechazada finalmente por la justicia norteamericana. Al respecto, subrayó que "no es un caso judicial, es político".
La presidenta remarcó asimismo que "no se puede vivir en una sociedad que baja los brazos, por eso siempre digo que voy a seguir luchando con todas mis fuerzas para defender los intereses de nuestro pueblo". Y destacó que "los buitres y los caranchos no sólo están afuera; también lo están adentro y a veces se lanzan contra el Estado".
Y, mientras tanto, Sciolí (esa esperanza opositora, ¡si al fin mostrara los dientes!) le exige a Macri (esa otra esperanza, ¡que no termina de despegar!) que se haga cargo de su propia basura. Un reclamo inoportuno, desleal, cuando se suceden paros rotativos en los subtes porteños. Esa cuestión menor que se revela tan inmanejable para el futuro estadista, que se asusta frente a los metro delegados. ¿Qué hubiera hecho Macri frente a Griesa? No me lo digas.

martes, 20 de noviembre de 2012

Piquete y cacerola contra Cristina. Después del “8N”, salen a cortar calles las patrullas perdidas de Moyano, Micheli, Barrionuevo, Venegas, Buzzi y demás comparsas conducidas por Magnetto, de cara al “7D”.

Son más que bienvenidas las lecturas de izquierda que nos recuerdan (¡desde la España de hoy!) la legitimidad de los piquetes como herramienta de lucha de los trabajadores. Sólo que, lo que está bien allá, en abierta lucha contra la imposición del neoliberalismo que impone Rajoy, y la consiguiente pérdida de derechos obreros, resulta en una suerte de burla y también una provocación, aquí, donde hace años estamos librando una fuerte pelea por la demolición de ese paradigma. Pelea que nos sigue ocasionando costos ante los embates del poder financiero global (y allí está la Fragata Libertad, atrapada).
Los “piqueteros” argentinos de hoy no protestan por la pérdida de puestos de trabajo, por ningún recorte en los presupuestos de salud o educación, por ninguna disminución en la cobertura previsional, o la merma de la inversión en la educación pública. No. Y tampoco reclaman por la abolición del funcionamiento de las comisiones paritarias que actualizan sistemáticamente los salarios por encima del alza de la inflación que calculan las consultoras opositoras. No. Y tampoco reclaman por la resignación del Gobierno ante el sistema de complicidades que procuró indultar a los responsables del genocidio. No. Y No, porque quedarían muy expuestos en su impostura.
Estos piqueteros “new age” protestan por otras cosas. La más obvia: porque procuran convertirse en actores políticos protagonistas de un pos kirchnerismo, al que presumen “liquidador” de las conquistas alcanzadas desde 2003. Protestan por el “impuesto a las ganancias”, que afecta a una fracción minoritaria de los trabajadores formalizados, “en blanco”, como principal consigna convocante. Protestan porque perdieron su ligadura con la mayoría social y política que consagró abrumadoramente a Cristina, y a su proyecto de país, el pasado octubre.
¿Pueden hacer daño? Obviamente. Especialmente, dañarán a las personas que verán dificultado o impedido el ejercicio de su libertad, en tanto están dispuestas a llegar a su trabajo, y los piquetes (y NO el acatamiento a una medida de protesta sindical) se los impedirá. Recordemos: a nadie le han bajado el salario, se discute la “equidad” de un impuesto a los ingresos. Pero mañana veremos postales del “caos” que tanto le sirven al Grupo Clarín, en tanto cabeza de la comunicación dominante.
Es que también se discute otra cosa, en torno al “7D”. ¿Podrá el Gobierno democrático lograr que se cumpla la Ley de Medios? Las patrullas perdidas de Moyano, Micheli, Barrionuevo, Venegas, Buzzi y demás comparsas conducidas por Magnetto, ponen en la calle su voto negativo, en obvia complicidad con los caceroleros del “8N”. Piquete y cacerola contra Cristina. El desafío está abierto.

viernes, 16 de noviembre de 2012

Mientras sueña con la presidencia, Macri hace malabares en la boca del subte

Todos sabemos que Mauricio Macri es un “ganador”, desde su cuna, desde su nacimiento en el seno de una de las familias más ricas del país. Es alguien no muy acostumbrado a experimentar la frustración y, por ende, poco afecto a exponerse a la derrota. Así fue que, aconsejado por sus encuestadores, decidió tanto en 2007 como en 2011 “bajarse” de su candidatura a la Presidencia después de haber prometido convertirse en el candidato que vencería la dominancia kirchnerista. Y se “bajó” porque “no le daban los números”, los votos. Y se vio obligado, a disgusto, a conformarse con su cargo de “intendente” de la ciudad más rica del país, la Capital Federal.
Entre tantas otras cuestiones irresueltas (vivienda social, salud y educación públicas, cumplimiento de la ley “basura cero”, inundaciones), Mauricio decidió postergar sin fecha la hora de asumir una cuestión decisiva: ¿qué hacer con los subtes? Su política fue, hasta el presente, patear hacia adelante la responsabilidad de gestionar un servicio público decisivo para los porteños. Tal como lo sintetizó Werner Pertot: “A fines de 2011, Cristina Fernández de Kirchner anunció que iba a traspasar la red de subterráneos, a lo que Macri respondió que necesitaban tiempo. En enero firmaron un acta-acuerdo por la que se transfirieron la potestad de fiscalización y control y la tarifaria. Macri la aplicó para subir el precio del pasaje de 1,10 a 2,50. Tras la tragedia de Once, en la que murieron 51 personas, rechazó el traspaso y los dos gobiernos se cruzaron denuncias judiciales. En agosto, el conflicto se trasladó a las paritarias y la disputa llevó al paro más largo en la historia del subte porteño.”
Súbitamente, para sorpresa de ajenos y aún de su propia tropa, especialmente de sus diputados en la Legislatura porteña, Macri decidió anunciar el pasado martes 13 que aceptaba el traspaso, anuncio que condimentó con fuertes críticas al gobierno nacional, tal cual es su estilo, al tiempo que saliéndose del libreto, señaló: A pesar de que seguramente esta decisión tenga costos políticos, he decidido que debemos iniciar el proceso de volver a hacernos cargo de la operación del subte para lo cual en los próximos días estaré enviando una ley a la Legislatura”, dijo Macri en rueda de prensa.
Respecto del “costo político”, es obvio que se refiere al fracaso de su “estrategia”, dictada por sus asesores de la “línea dura”, que lo condujo a repudiar a través de una conferencia de prensa el acta firmada en enero y, de allí en más, insistir en la negación de su obvia responsabilidad en este asunto. Desde el diario “La Nación” fueron inclementes: “El anuncio sobre el traspaso de la red de subterráneos de la Nación a la Ciudad careció de acuerdo previo con el Gobierno, y pocas certezas hay detrás del impactante anuncio de asumir en enero próximo sin tener aún asegurados los fondos para solventar tamaño compromiso. Para colmo, se anunció el traspaso a través de un proyecto de ley aún en redacción y sin los votos necesarios para aprobarlo en la Legislatura porteña.” Así de improvisado.
De ese modo lo leyó Gustavo Sylvestre: “Ahora, la realidad, las necesidades políticas y el compromiso que había asumido en su momento lo acorralaron para que tome la decisión anunciada ayer. El traspaso se hará por una ley de la legislatura que será elaborada contra reloj, lo que demuestra la urgencia política de Macri de mostrarse como que se hace cargo de algo, y que necesitará del voto de 31 legisladores porteños. Ayer lo traicionó el subconsciente y dijo, “nos vamos a volver a hacer cargo de los subtes”. En realidad, la ciudad ya se había hecho cargo.”
Digamos, la decisión tardía de Macri difícilmente pueda ser asociada a una opción política “ganadora” sino, en el mejor de los casos, a un resignado intento de escapar hacia adelante. Así lo escribe  Eduardo Van Der Kooy, desde “Clarín”: “Macri requerirá de la mitad más uno de los votos de la Legislatura para sancionar su proyecto. A los propios deberá añadirle socios circunstanciales. Después vendrá el dilema sobre las tarifas, los fondos que el kirchnerismo dejará de aportar y la seguridad, a raíz del retiro de la Policía Federal a partir de enero. También, el nuevo trato directo con los sindicatos del sector, que no suelen ser fáciles de domar. Y la inversión imprescindible en un sistema de transporte envejecido y peligroso. Macri asume ahora, de verdad, más riesgos que otra cosa. Pero tampoco había cosechado demasiado rédito político especulando o resistiendo. ¿Para qué seguir así?
Hasta el irrisorio Luis Majul le toma examen a Macri, desde “La Nación”: “El desafío de gestionar un servicio de subtes mejor es una buena prueba piloto para pensar si Macri está preparado para asumir la presidencia de la Nación. Salir airoso frente al acoso de los metrodelegados, el sindicato, las empresas y el gobierno nacional será una verdadera epopeya. La apuesta podría hacerlo más fuerte o lo podría dejar sin candidatura presidencial. Lo que parece que Macri empezó a tener más claro, después del 8-N, es que ya no tiene más margen para esperar hasta octubre de 2013 y comprobar si la caída de la economía general lo puede colocar en mejor posición.
Lo cierto es que el macrismo se encuentra ahora ante la urgencia de conseguir un financiamiento de 800 millones de pesos y el paquete de medidas en estudio incluye un nuevo impuesto que encarecería los combustibles que se carguen en la Capital entre 20 y 40 centavos por litro, el aumento de los peajes en las autopistas porteñas administradas por AUSA, y también de las patentes. Además, se habla de una suba escalonada del boleto que se demoraría hasta el cierre de las paritarias y se “explicaría” por la suba de salarios. Como se advierte, no se equivocaba Macri al señalar que su demorada decisión le traería “costos políticos” ante una opinión pública que lo observa con creciente desconfianza mientras hace malabares presupuestarios en la boca del túnel.

domingo, 11 de noviembre de 2012

La vocación golpista no será televisada. Sarlo y Fontevecchia justifican el balbuceo de los caceroleros. Y Cynthia García metió el dedo en la llaga, denunciando su impostura.

Los asistentes a la marcha del pasado 8N se acercaron voluntariamente a ofrecer su testimonio ante las cámaras de la televisión pública que durante la emisión de “6,7,8” ofreció una cobertura en directo desde el Obelisco, con Cynthia García como responsable de las entrevistas. Es más: los manifestantes reclamaban ser escuchados y, más aún, temían que sus dichos fueran manipulados, “editados”. Lo que ciertamente hizo TN, que no ofreció testimonios “en vivo”, sino que seleccionó los que consideró convenientes a su propósito de exhibir una manifestación supuestamente pacífica, sin insultos ni proclamas golpistas, las que ciertamente expresaban en los carteles que exhibían. Esas personas tan opositoras, tan anti K.
El testimonio de esos manifestantes ofreció un fiel reflejo acerca del modo en que la comunicación dominante orienta conductas, instala consignas y manipula la conciencia de sus públicos. La periodista de “6,7,8” se arriesgó a la escenificación de una polémica cara a cara, escuchando los dichos de cada uno y repreguntando con una eficacia demoledora, que acabó por exhibirlos en su impostura, y también en su carácter de víctimas de la inseguridad informativa, al tiempo que puso en evidencia la incapacidad de los caceroleros de capas medias cultas a la hora de explicar las razones de su protesta.
Fue tan obvia la demostración de esta particular (y asombrosa) indigencia argumentativa que desde los medios de comunicación que construyeron la movida cacerolera se creyó necesario argumentar alguna suerte de justificación, una coartada para tanta ignorancia expresada por gentes tan convencidas de la razón que avala su indignación.
Beatriz Sarlo, desde las páginas de “La Nación”, argumentó en defensa de los manifestantes: “Los que marcharon el jueves no fueron elegidos, no se representaban sino a sí mismos y para movilizarse lo hicieron sostenidos en su propia fuerza y las de una organización virtual en las redes sociales. Entre la marcha de septiembre y noviembre aprendieron bastante en lo que concierne a las consignas (inventar consignas es parte de la política). Supieron encontrar una traducción más interesante a su malestar. Hasta la llegada del micrófono de 6,7,8 no imaginaron que iban a rendir examen. Y no tuvieron tiempo de hacer un curso acelerado que incluyera la lectura de las leyes ni el análisis de los datos económicos.
O sea, hasta que alguien no condescendiente con sus enojos, que eran distintos y no sintetizables, hasta que alguien, la cronista de “6,7,8”, Cynthia García, los interrogó acerca de las causas de su malestar, los manifestantes disfrutaban de su “aprendizaje”. Pero, cuando les preguntaron acerca de la supuesta inseguridad jurídica (“no sé, no soy abogada”, dijo una) o la devaluación (que otra denunciaba), su inconsistencia -según Sarlo- se explica porque “no tuvieron tiempo” de estudiar, entender, reflexionar. Y, entonces, si no saben, si no entienden, ¿por qué marchan tan convencidos, por qué se oponen tan cerrilmente, por qué son tan terminantes en sus acusaciones al Gobierno?
También Jorge Fontevecchia salió, desde las páginas de “Perfil”, en defensa de los manifestantes “hablados” por los medios dominantes, aunque en clave psicológica: “¿Y usted por qué está acá?”, preguntaba sin cesar la periodista Cynthia García, del programa 6, 7, 8, a cada uno de los manifestantes del 8N que alcanzaba con su micrófono. Un intento de explicación racional por parte de la TV Pública tan loable como infructuoso, porque no hay palabras que resuman los sentimientos.” O sea, según Fontevecchia, la manifestación fue la expresión de una “masa” que salió a la calle sin comprender el sentido de sus actos, disculpada de antemano por “inocente”, en tanto sólo expresaba sus “emociones”. ¡Animalitos de Dios!, se infiere, y no ciudadanos.
En suma, tanto Sarlo como Fontevecchia ejercen una suerte de paternalismo despectivo ante los caceroleros, justificándolos en su pobreza argumentativa como si fueran criaturas incompletas en su formación cívica, pero aptas sí para expresarse en las calles contra un Gobierno sustentado por una elocuente legitimidad democrática.
Quien explicó bien este conflicto interpretativo fue Jorge Alemán, en “Página/12”: El pueblo transforma a la historia, la masa hace que vuelva lo de siempre. Nunca se sabe de entrada cuándo actúa el pueblo y cuándo actúa la masa, sólo a posteriori, en sus efectos y consecuencias podemos concluir cuál fue el sujeto en cuestión. De esta forma, cuando se ganó aquel día por el 54 por ciento, y cuando designamos con razón nuestra experiencia como popular, siempre recuerdo que se trata de una causa que no es susceptible de contabilidad alguna y que tendría mi apoyo aunque tuviera el uno por ciento de los números.” Así de simple, y complejo.

viernes, 9 de noviembre de 2012

Macri no se hace cargo de la marcha cacerolera

La marcha de los caceroleros, largamente organizada a través de las redes sociales y abiertamente promovida por los medios dominantes, logró superar en la masividad de su convocatoria a la anterior, la del pasado 13S. Y fue también más prudente, en tanto los organizadores lograron disciplinar a los manifestantes, quienes moderaron su entusiasmo golpista en las leyendas impresas en sus carteles, aunque no en sus declaraciones ante las cámaras de la televisión pública, el único canal que transmitió en vivo las opiniones de los caceroleros, donde muchos insistieron en reclamar la renuncia de la presidenta Cristina Fernández.
Florencia Saintout hizo una síntesis de los dichos de los manifestantes, entrevistados por la movilera de “6,7,8”, Cynthia García: “No te banco más yegua”. “No me gusta nada”. “A nosotros nadie nos paga y a ustedes sí”. “Vine porque no quiero más a esta Presidenta”. “No quiero más subsidios a los vagos”. La pregunta es: ¿cuántos no estamos ahí?”. Y, ¿cuántos argentinos no compartimos esa mirada clasista, mezquina, y destituyente? Millones, por cierto. Las mayorías que se expresaron elocuentemente a través del voto.
Pero, mañana y en los días por venir los actores de la comunicación dominante (los medios y sus voceros en el sistema político) habrán de insistir en el carácter plebiscitario de esta marcha de “incluidos” y aún “ganadores” del modelo económico y social que protestan contra Cristina para contraponerlo con el voto popular, como si ambas expresiones fueran equivalentes a la hora de construir legitimidad democrática. Y, más aún, dirán que la marcha cacerola obliga a un cambio en la orientación política del Gobierno nacional.
Ahora bien, esta marcha opositora multitudinaria, ¿no interroga también a las estructuras políticas que convocaron a manifestarse en las calles? Muy especialmente al PRO, tan vinculado a las páginas digitales que promovieron la movida, tan apoyado en las últimas elecciones porteñas. ¿No debieran hacerse cargo de ese balbuceo discursivo de sus manifestantes y ofrecerles una expresión política acorde a su indignación anti K? Dicen que no, que el problema de dar respuesta a los caceroleros sólo incumbe a Cristina.
Por ese sendero avanzó Mauricio Macri, entrevistado ayer en TN (¿Tendremos Noticias?) por Eduardo Van Der Kooy.
-EVK: ¿No sería necesaria la conjunción de un liderazgo y un proyecto opositor?
-Macri: No coincido. La oposición es una definición artificial. Es el Gobierno que debe dar respuestas. El Gobierno debe resolver sus problemas. La oposición volverá a tener una mayoría en el Congreso y espero que la sepamos usar mejor. Estoy emocionado. Se me criticó por haber invitado a participar.
-EVK: El gobierno no tiene por qué responder a cada una y todas las demandas que le plantee un sector importante de la sociedad. El Gobierno fue votado hace un año, pero para ir a elecciones se necesita proponer, conducir.
-Macri: Hoy la gente esta pidiendo que la Presidenta no los defraude. Esta es la movilización más grande de la historia de los argentinos.
-EVK: Usted dice: la Presidente defraudó una promesa. Usted preside un partido. Se supone que entre la sociedad y las expresiones colectivas como la de hoy y llegar al ejercicio del poder en un gobierno hay una intermediación que son los partidos políticos. Si existe esa gente que protesta y no hay nadie que sea capaz de contenerlos hay un déficit en el sistema.
-Macri: No nos ponemos de acuerdo. Además de haberme animado a convocar en las calles, por lo que fui muy criticado, esta es una convocatoria espontánea de la gente, dirigida a aquél que tiene la capacidad de cambiarle la vida. En un país presidencialista como éste, y encima con una Presidenta que avasalla los poderes, no tenemos nada que decir. A nosotros nos van a reclamar dentro de un año.
En fin, tira la piedra y esconde la mano. Si los caceroleros que hoy insistieron en declarar que no se sienten representados por nadie tenían alguna esperanza, vale advertirles que no será Mauricio Macri quien asuma los riesgos de expresar sus balbuceos. Él se preserva para las “grandes ligas”. Por ahora, no tiene nada que decir. Y las marchas cacerolas seguirán, o no, sin lograr expresarse en el plano de la política, la única herramienta transformadora. Lo demás, es sólo alboroto, circo para las cámaras del Grupo Clarín.

viernes, 2 de noviembre de 2012

“El Cuervo” Larroque, el narcosocialismo, la calesita radical que choca, y la construcción de mayorías legislativas

Es obvio que la intervención del diputado kirchnerista Andrés “El Cuervo” Larroque, en el curso de la sesión de Diputados donde se discutía la incorporación al padrón electoral de los jóvenes desde los 16 años, habrá de generar aún más respuestas ofendidas. Fue muy fuerte la denominación de “narcosocialismo” para referirse a la relación que el gobierno de Santa Fe mantiene con una policía más que sospechada de tolerancia o connivencia con el tráfico de drogas o el otro señalamiento dedicado a la incapacidad de la UCR para “administrar” siquiera calesitas. En respuesta, los opositores “ofendidos” por el discurso de Larroque decidieron abandonar el recinto legislativo y no expresar su voto acerca de una ley ciertamente transformadora, en tanto concede derechos políticos a los más jóvenes.
Ante esta actitud de la oposición, dijo el diputado Larroque: “Me parece poco argumento que un solo discurso pueda ser lo que respalde el bochorno que vivimos. Porque, primero la oposición no daba quórum. Después, plantearon que iban a acompañar, que iban a votar, pero estaba clara la sensación de que no tenían un pleno convencimiento, que tienen una agenda muy marcada por los grupos de poder en la Argentina, fundamentalmente por el Grupo Clarín, y evidentemente ante la confusión que tienen trastabillaron y terminaron haciendo el papelón. Que damnifica a las instituciones, por una parte, y por otra siguen mostrando que no están a la altura de las circunstancias.” Y es cierto, porque aún podían responder tomando la palabra y no lo hicieron, porque tenían todos los cierres de los presidentes de bloque para contestar e incluso se podían quedar a debatir, pero los opositores eligieron el camino del escándalo y no de la respuesta política ante la requisitoria planteada.
Pero también es atendible la diferencia que planteó ayer en “6,7,8” la periodista Nora Veiras al propio Larroque: “Me pareció inoportuno, ya estaba la sesión prácticamente terminando. No habían dado quórum, como bien explicaste, pero según lo que cuentan algunos cronistas parlamentarios, parte de los radicales y parte del FAP iban a apoyar, y esa calificación terminó haciéndole el juego a lo que querían provocar, que evidentemente estaba coordinado. Mi duda es, y esto es evidentemente contra fáctico, ¿si vos no hubieses dicho eso les hubiera sido tan fácil poner en escena lo que tenían coordinado? ¿No les diste con esa calificación el pretexto?” Según Larroque NO, pero para nosotros SI.
Más en general: La tarea de la bancada del FPV es alcanzar acuerdos que robustezcan la legitimidad de las normas que se aprueban, especialmente de aquellas que modifican cuestiones tan delicadas como el sistema electoral. Había diputados del FAP y de la UCR que, atentos a su propia interna, estaban dispuestos a acompañar al oficialismo. La chicana de Larroque sólo sirvió para resolver las contradicciones de las bancadas opositoras en favor de sus fracciones más beligerantes, más cerriles, más anti K, en suma.
Traer a cuento los insultos y descalificaciones de las que es objeto el kirchnerismo todos los días, e incluso durante esa misma sesión, para justificar esta intervención es un argumento débil. Por tres razones: A) No era el momento para responder, ANTES se debía votar. B) La respuesta, LUEGO DEL VOTO FAVORABLE AL PROYECTO, debe quedar a cargo del jefe de la bancada, quien decidirá hasta dónde clava el cuchillo y confronta con los opositores habida cuenta de la necesidad de construir mayorías en el futuro. C) El oficialismo, ampliamente legitimado en elecciones, no debe caer en la lucha en el barro que ha sido y es el “estilo” de los que perdieron, por caso Carrió, que fue tan agresiva en la sesión: “¿Qué van a ofrecer a cambio del voto? ¿Dinero? ¿Acaso droga?”. No hay que entrar en ese intercambio de golpes.
Queda, para el final, señalar el modo en que el “clarinismo” procura aprovechar esta pérdida de apoyos opositores a la Ley.  Según escribió Pablo De León: “Anoche, la idea era capitalizar en soledad el llamado “voto joven”. La jugada fue arriesgada pues ponía en riesgo este cambio en el padrón electoral, vital en la necesidad de sumar votos para 2013 y por ende, en la búsqueda de una posible reforma electoral.” O este párrafo de Julio Blanck: “La irrupción y el desborde personal de Larroque, a quien en el recinto rara vez se le escucha la voz, provocó el retiro masivo de los bloques opositores y dejó al oficialismo votando y aprobando la ley en soledad. Esa soledad fue el efecto buscado, la decisión política puesta en acto por Larroque. Es muy del cristinismo duro, en esta etapa de contrariedades económicas y malhumor social, esa idea de cortar todo en dos partes inapelables, de edificar un abismo entre el ellos y el nosotros.
En fin, más allá de la convicción y de la buena fe, un error no forzado.