jueves, 22 de agosto de 2013

Sciolismos. O de cómo los que copian el lenguaje insidioso de Asís terminan pensando como él.

Tribulaciones de Massa en su refugio ante la súbita notoriedad de Scioli. ¿TN conspira junto con la TV Pública? ¿Clarín entongado con Página/12? ¿Y todo para perjudicar a la esperanza nordeltina? En el próximo capítulo: ¿Cristina apostó a Scioli?

Es curioso que se pretenda elogiar a Sergio Massa presentándolo como un candidato ajeno al marketing, dado que en su instalación como “lo nuevo” (eclipsando al duhaldismo) ha resultado decisivo el poderoso acompañamiento mediático del Grupo Clarín & Asociados. Más aún: sin contar con ese apoyo como núcleo fundacional de la movida, la irrupción del “massismo” no hubiera superado la etapa de la “charla de quincho”. 
También resulta curioso que los mismos que celebran el éxito de la jugada “nordeltina” con los resultados de las PASO en la mano -que los posicionan muy exitosamente para la elecciones de octubre- sigan lamentando todavía que Daniel Sciolí “no saltó” hacia el massismo, como obviamente esperaban.
¿Para qué lo necesitaban al “bueno” de Scioli? ¿Cuál era la escala de la crisis que esperaban provocar con las traiciones en cascada? ¿Iban por la Dama K? ¿Pretendían alterar la continuidad democrática? Así parece. Porque, de otro modo, no se entiende.
Ahora, luego de que Scioli decidió seguir siendo “leal”, ¿para qué siguen hostilizándolo? ¿Por qué, al mejor estilo del periodismo hegemónico, le inventan supuestos “pactos” de supervivencia con el kirchnerismo cuando es obvio que Scioli intenta ahora reparar el daño que sufrió él mismo?
Es decir, el “bueno” de Daniel sale a la cancha en defensa de lo propio, para intentar revertir el resultado que puso en evidencia su falta de control político sobre la actividad territorial de los intendentes supuestamente K. Un resultado que, además y obviamente, lo sitúa en el listado de los gobernadores K que perdieron, y que no lo favorece en sus expectativas hacia 2015.
Lo más delirante de esta mirada tan conspirativa como paranoica es suponer que “Clarín”, “La Nación”, “TN” junto a los “medios amigos del oficialismo” concurren a “la reposición de la figura del manco del Abasto”, así lo tratan los “demócratas” que anidan en Tigre. O sea: ¡el Grupo Clarín jugando a favor del Kirchnerismo para perjudicar a Massita! ¡Upa! Como diría la Dama, es ”too much”. ¿Tan asustados están en Nordelta ante la respuesta leal de Scioli?
A tal punto el massismo carece de construcción política y se arrastra en procura de la bendición de la corporación mediática que uno de sus representantes en la comunicación bloguera se queja: "Por hache o por be" Daniel Osvaldo Scioli está ahora en el centro de la escena de medios desplazando a massita, quien recarga pilas en Tigre, más interesado en diseñar la contraofensiva que en aguarle los quince minutos de fama al gobernador provincial". (Ver aquí).
Y sí, en rigor apasiona al público tener noticias acerca de lo que piensa “massita” en su casa, “diseñando la contraofensiva”. Peeero: el que va ganando se supone que está a la ofensiva. Y Massa iba ganando, ¿o no, de cara a octubre? Entonces, ¿por qué sólo piensa en términos de Andy Warhol, quince minutos de fama y todo eso? Será que el simpático intendente nordeltino retrocede en la consideración del electorado que, anoticiado de la traición, mira con simpatía a Cristina, reconsidera a Scioli y descubre a Martín Insaurralde cómo a un candidato que merece el voto? ¡Qué cuestión!

Continuará.

lunes, 19 de agosto de 2013

La década ganada. Y el que no se incluyó… ¿se embroma?

Y, después de tanto que se ha dicho, ¿qué pasó en las PASO? Pasó que el kirchnerismo sufrió un fuerte golpe a su ilusión de atravesar los últimos dos años del mandato presidencial de Cristina Fernández con un número de representantes (diputados y senadores) que garantizara un quórum propio holgado en ambas cámaras del Congreso.
Y pasó también que se cayó otra ilusión soterrada: que el voto al Frente para la Victoria (FPV) alcanzara la cota del 40% para -con la legitimidad del consenso popular- galvanizar la espada de la reforma constitucional y de la tercera candidatura presidencial de Cristina.
Con ese resultado victorioso en la mano, el kirchnerismo hubiera logrado expulsar del debate a la muy meneada teoría del “pato rengo” que tan insistente se ha vuelto en la prensa opositora. Y en términos prácticos -no teóricos- contener a los “propios” de cara a las presidenciales de 2015. Pero los pronósticos fallaron y el FPV estuvo lejos del anunciado 35% a nivel nacional. El analista Julio Burdman, ligado al peronismo disidente, propuso esta interpretación: “El kirchnerismo queda con un caudal similar al de las elecciones legislativas de 2009, que fueron un shock para el gobierno en un marco de crisis económica. Pero en 2013 sus resultados estuvieron por debajo de su potencial, ya que los niveles de aprobación e imagen positiva del kirchnerismo están por encima de sus votos obtenidos. Esto sugiere un déficit en la estrategia electoral.”
Si esto es así, si es verdad que el kirchnerismo es más querido que votado, está muy claro el vector del trabajo político hacia las elecciones de octubre. Hay que recuperar el voto perdido, especialmente entre los sectores populares, entre los más pobres, los más débiles, los trabajadores informales que depositaron su confianza en el kirchnerismo desde 2003 hasta 2011, pero el domingo pasado votaron a la oposición. O sea: hay que cambiar la estrategia electoral.
Se insiste mucho acerca del impacto negativo de la “mala” gestión en el resultado electoral. Un comentarista señaló al pie de un post en un blog K: “Tengo para mi que más importante que la "gestión" son las expectativas que los candidatos despiertan en la gente”. No es una opinión sin contenido. La publicidad oficial, con eje en la “década ganada”, puso énfasis en los éxitos de gestión (en lo ya conquistado). Pero, ¿qué expectativas se despertaron en la sociedad hacia el futuro?
Más aún: ¿aquel 54% de octubre de 2011 no generó en el electorado la percepción de contar con un Gobierno muy fuerte, equipado para resolver todas y cada una de las asignaturas pendientes? ¿No decíamos entonces que el voto a Cristina no suponía para sus votantes negar los problemas subsistentes en aquel entonces -inseguridad, inflación, transporte, entre los más visibles- sino afirmar que Ella era la más capaz para resolverlos? Bueno: obviamente muchas personas ya no piensan así.
Quizás muchos de aquellos votantes se apartaron porque el énfasis de una estrategia electoral centrada en la “década ganada” fue entendido como un cierre, una suerte de auto celebración de los éxitos de la gestión, que al mismo tiempo anestesiaba el papel transformador de la experiencia kirchnerista y presentaba al Gobierno nacional como un mero administrador de la inequidad presente. Como si en la celebración de lo mucho conseguido en estos años se cerrara todo espacio a la queja, toda mención a lo que no funciona, a lo que falta resolver.
El proceso iniciado en 2003 promovió el ascenso social de muchos sectores, especialmente bajos y medios/bajos. Sucede que, años después, la épica de esos progresos en la memoria de los actores individuales tiende a borrar el papel del Gobierno que desde la conducción del Estado promovió ese cambio. Se da por adquirido el nuevo nivel y se reclama más. Sergio Massa interpela a ese sector que se abroquela en la falsa creencia de que la crisis del 2001 (el derrumbe del capitalismo argentino) nunca habrá de repetirse porque lo logrado, logrado está.
En fin, de este “laberinto” de representaciones electorales se sale como lo hizo siempre el kirchnerismo: dando pelea. En principio, interpelando a los trabajadores disconformes con la marcha de las cosas. Es decir, recuperando en octubre el voto de los sectores populares, de los más pobres, que por defectos de la oferta propia o aciertos del oponente o simple confusión, dejaron de votar al Frente para la Victoria al que, sin embargo, siguen aprobando.

viernes, 9 de agosto de 2013

En la vida hay que elegir, dice Cristina. Y Sergio Massa eligió mentirnos.

Si algo necesitaba la campaña electoral de Sergio Massa para convertirse en un bochorno, al fin de cuentas lo consiguió. Un prefecto amigo suyo se dejó filmar mientras robaba en la casa del Intendente, saludando a las cámaras. Y ahora Massa dice que se trata de una operación del Gobierno nacional. Y encima Malena Galmarini Massa putea a todo el mundo, incluido el gobernador Daniel Scioli.
El derrotero de Sergio Massa demuestra que no es sencillo transitar el camino del medio entre lo K y lo no K, especialmente cuando se dirimen cuestiones decisivas. Por caso: la gobernabilidad de este país, y las ambiciones presidenciales de cara al 2015.
Lo que confunde a muchos es que los disidentes del kirchnerismo siempre comienzan ofreciendo una postura matizada, se muestran decididos a “apoyar lo bueno y criticar lo malo”, a ser amplios, a escuchar a los otros, a transitar avenidas (inclusivas) y no veredas (confrontativas), y así. Pero, puestos en la cancha de la competencia electoral rápidamente son devorados por la única confrontación real en nuestro país: kirchnerismo versus corporaciones. Y todo lo dicho antes (ayer nomás) se revela cháchara republicana y, finalmente, por decantación, alineamiento con la derecha opositora.
El recorrido de Sergio Massa es ejemplar. El intendente de la localidad de Tigre también se propuso como candidato a “superar” la confrontación entre lo K y lo no K, apostando sibilinamente a prolongar la confusión inicial de los votantes bonaerenses que lo asocian al kirchnerismo. Puro marketing electoral, orientado a lograr un buen punto de partida, “alto”, sumando confundidos, que le permitiera ganar las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO). Después, investido ya como “ganador”, de cara hacia las elecciones de octubre, mostraría su verdadero rostro y convocaría también al voto abiertamente opositor a Cristina Fernández.
Pero, la respuesta oficial (la insistente presentación del trío Cristina Fernández + Daniel Sciolí + Martín Insaurralde) comenzó a disipar la confusión acerca de lo K y lo no K en el territorio bonaerense. Y también a dar vuelta la ventaja inicial. Y puso en cuestión el pronóstico optimista de la prensa hegemónica acerca de qué sucedería con esta jugada del establishment, que pretende construir ya un “presidenciable” para 2015.
También comenzaron las dificultades ante la insistencia del jefe de Gobierno porteño Mauricio Macri y de sus subordinados en reclamarle a Massa el reconocimiento de su alianza con la derecha porteña, que se tradujo en numerosas candidaturas en la provincia. Esto es: la puesta en evidencia de que la “novedad” Massa es apenas un refrito PRO, en versión “peronista friendly”.
Y Massa, respecto de Insaurralde, comenzó a perder ventaja en las encuestas y también la compostura. Y su primera respuesta improvisada fue la difusión del spot en el cual se sacó el saco para (abandonando toda disposición dialoguista, supuestamente intercesora entre “Tina” y “Argen”) ofrecerse como un candidato dispuesto a la pelea contra el Gobierno nacional. Un error grave, que lo colocó en la misma línea confrontativa ante los K de su rival electoral Francisco de Narváez, que viene de hace mucho cultivando ese “filón” opositor: “Ella o vos”, según reza su pieza más difundida.
Es en este marco de campaña caótica donde se inscribe la pobre respuesta ofrecida por el candidato Sergio Massa ante la difusión periodística el domingo pasado en “Página/12”, con la firma de Horacio Verbitsky, de una elocuente información acerca del robo ocurrido en su casa y ocultado por Massa & Co. durante dos semanas.
Su conferencia de prensa, junto a su (tan obviamente ávida de popularidad) esposa Malena Galmarini, no lo favoreció. No aclararon nada. Peor aún, confundieron y generaron más sospechas. Porque Massa & Galmarini se contradijeron: ¿conocían o no, al prefecto ladrón? Y qué sucede con la empleada doméstica: ¿es amiga o no, del prefecto? ¿Por qué ocultaron el robo? ¿El video del empleado infiel lo iban a esconder para siempre o lo planeaban difundir en las vísperas de las elecciones para denunciar al Gobierno nacional? ¿Verbitsky los puso en evidencia y les arruinó la “jugada”? No se sabe. No se entiende.
Para colmo, la buena de Malena parece sufrir de una suerte de afición a decir malas palabras.
Y así dijo, según “Clarín”:
“Malena Galmarini aseguró hoy que "es una falta de respeto del gobierno nacional" que se deslizara que el robo sufrido en su casa podría favorecer la postulación de su esposo, el intendente de Tigre Sergio Massa, al sostener que el hecho puso "en riesgo" a sus hijos y preguntarse: "¿Quién puede ser el hijo de puta que puede creer que esto me benefició?.”
Y también dijo, según “Clarín”:
“En el cierre de la campaña, Malena Galmarini volvió a mostrar su carácter y en la salida de un estudio del canal América TV, se cruzó con Daniel Osvaldo Scioli. "¿Cómo te va, Male?", saludó el gobernador. "Con vos, todo mal, pedazo de forro", le soltó, sin miramientos la mujer.”
Es cierto que tanto “Clarín” como “La Nación” publicaron sendas notas biográficas que al fin “naturalizan” esta costumbre tan catártica como irresponsable de la proto candidata a primera dama. La preocupación de los medios patrocinantes de Massa es controlar daños, pero no logran disimular su desazón ante el deslucido papel de Malena.
Cuando venían a ofrecernos una solución para la división del país que supuestamente genera el kirchnerismo, porque Sergio Massa es “Argen” y Malena Galmarini es “Tina” -y están unidos- resulta que los roba un prefecto amigo. Y decime vos: ¿qué hacemos? ¿Insultamos a todo el mundo? La verdad es que Malena funciona como el inconsciente de Sergio. Ella dice lo que Massa no debe decir y lo hace en su verdadera lengua (tan duhaldista), grosera, brutal, despectiva.