lunes, 23 de diciembre de 2013

El periodista de “La Nación” Jorge Fernández Díaz miente cuando dice que sabe lo que piensa Máximo Kirchner. Y también miente cuando dice que sabe lo que piensa el Papa Francisco. Aquí ofrecemos respuestas a las supuestas preocupaciones de Jorge Bergoglio.

Jorge Fernández Díaz, el editorialista del diario “La Nación”, avanza en la construcción de un género que simplifica enormemente el trabajo de los periodistas. Ya no hace falta tomar contacto con el personaje público -Máximo Kirchner, en este caso- o con algún testigo verificable para hablar sobre la vida del personaje (Máximo), comentar sus actividades, dar cuenta de sus conversaciones, sus directivas a subordinados, estados emocionales, el modo en que apela a su madre -dice que le dice “la Jefa”- y demás. No, el periodismo moderno del diario “La Nación” prescinde de estas cuestiones “viejas”.
Encima, Fernández Díaz no se priva de nada y hasta le inventa al hijo mayor de la presidenta Cristina una “conversación” con un dirigente que “comparece en el palacio”. (¡Stop! Es el lenguaje de Jorge Asís). Digamos, el novelista tan ligado a su madre (libro asequible en mesas de saldo, no incorporado a la propagación de la literatura Proust), decide ficcionalizar los dichos de una persona que, obviamente, no le atiende el teléfono. Y lo hace “hablar”, y le atribuye un discurso degradado y delirante que la oposición necesita para exhibirse como portadora de alguna “verdad” y de cierto predominio intelectual sobre los K.
Alguna vez, hace ya mucho, los lectores del periodismo argentino podían distinguir sin demasiada dificultad los textos que eran ofrecidos como “información” de aquellos otros que, muy a las claras, se vendían al público como una “opinión”, cuya autoría era siempre firmada. Por supuesto, se trataba de una convención ilusoria: todos los textos -unos y otros- eran sometidos a la política editorial del diario que los publicaba.
Pero, el “contrato de lectura” solía trazar una diferencia marcada con los textos de ficción: si el periodista necesitaba construir una “voz” inventada para soportar su relato siempre lo refería a un testigo/fuente/garganta que desde el anonimato afirmaba saber algo útil. Es decir, alguien cuya identidad era ocultada se convertía en un soporte decisivo para una investigación. Todo esto, el respeto al lector, fue abolido.
Y el operador de la derecha Fernández Díaz, asegura que también sabe lo que le sucede a Jorge Bergoglio y lo que, el ahora Papa Francisco, piensa: “Pero hay tres cosas que no le convienen: que la Presidenta abandone antes de tiempo, que el país entre en una debacle económica y que el narcotráfico se apodere de la Argentina a ojos del mundo. Su Santidad quiere entrañablemente a su terruño, pero no se trata sólo de amor. En el Vaticano al que se duerme, lo velan.”
Si al Papa le preocupa que la Presidenta cumpla su mandato, debiera solicitarle a los medios hegemónicos (bloque del cual forma parte “La Nación”, en una posición subordinada respecto de “Clarín”) que no promuevan ninguna actividad comunicacional, política o económica destituyente.
Si al Papa le preocupa que el país entre en posible debacle económica, sería útil que el diario “La Nación” diera el ejemplo y promueva la disciplina fiscal, el pago de impuestos y resignara los beneficios que le otorga una medida cautelar interpuesta ante la Justicia hace 10 años y cancelara su deuda de 330 millones de pesos con la AFIP.
Si al Papa le preocupa que el narcotráfico se apodere de la Argentina seguramente estará conforme con la designación del sacerdote salesiano Juan Carlos Molina al frente de la Sedronar, encargada de la programación y lucha contra el narcotráfico, funcionario al que “La Nación” ironiza, en tanto lo presenta como “permeable” a la política uruguaya sobre el consumo de marihuana, supuestamente “cómplice” con el narcotráfico.
En fin, Fernández Díaz, el autor de ficciones edípicas en torno a su madre, asequibles en mesas de saldo, presume de algún saber acerca de personas que lo ignoran o desprecian y nos regala un diagnóstico fantasioso y tendencioso acerca del presente y el porvenir de los argentinos. Y así funciona, hoy día, tal como ayer, el periodismo de “La Nación”.

2 comentarios:

Daniel dijo...

Me tienen podrido todos estos.
La posta es:
-"Tengo ganas, muchas ganas (o intereses, muchos intereses) de que se pudra todo".
El resto es verso.

A.C.Sanín dijo...

Sí. Buscan un final abrupto, sin que importen los costos sociales. Y este tipo suele ser elogiado en algún blog como un articulista “pensante” y “equilibrado”. Ahí lo tenemos al tipo, haciendo la gran Majul, fabulando para reírse después de las tonterías que él le hace decir a Máximo K. En fin, como vos sabés y practicás, en nuestro barrio a estos chantas les tomamos el pelo.